sábado, 29 de octubre de 2011

El discreto encanto de la comida preparada

El otro día mi mujer me hizo una observación que me dejó perplejo. Estábamos comiendo lasaña en casa, cuando me miró muy seria y me dijo; “¿notas como las especias impregnan el sabor? El orégano, la albahaca…”, y poniendo los ojos en blanco y expresión de absoluto deleite se dejó llevar hasta quién sabe si las ondulantes colinas napolitanas que le evocaban estos deliciosos sabores. Y se preguntarán, ¿y a qué viene tanta perplejidad? ¿Qué hay de extraño en que tu mujer sea una gourmet a quien le gusta disfrutar de los placeres de la buena mesa? Bueno, nada en realidad. Si no fuera porque la lasaña que nos estábamos comiendo era un plato preparado que habíamos comprado de la marca blanca del supermercado DIA por 2,5€ esa misma mañana.



Hace tiempo que la costumbre de cocinar dejó de imperar en los hogares. Aquellos platos tradicionales, cuyos aromas embriagadores dificultaban el caminar a través del pasillo cuando uno llegaba hambriento a casa a la hora de comer y se los encontraba de bruces no bien flanqueaba la puerta,  han dejado de cocinarse, al menos del modo en que los preparaba nuestra madre. Nuestra madre, que los aprendió de nuestra abuela  y ésta, a su vez, de nuestra bisabuela, que así es como estos reductos gastronómicos de la cultura española  iban abriéndose paso entre generaciones.
Hasta que llegamos a la nuestra,  la generación de las prisas, de la falta de tiempo y del boom de las comidas preparadas. La industria alimenticia se ha esforzado por suplir al arte de nuestros mayores, proporcionándonos sucedáneos más o menos conseguidos de aquellos clásicos: Que si fabada, que si tortilla de patatas, que si (no es broma) arroz a banda… Todo ello perfectamente enlatado, encapsulado y envasado al vacío si se tercia.
Cuando esta moda comenzó, nadie osaba ni tan siquiera comparar estos toscos remedos con sus originales. Con todos mis respetos hacia la marca El Litoral, nada que ver sus lentejas con las de mi santa madre. No les llegan ni a la suela de los zapatos. Faltaría más. Eran simples apaños que solucionaban la papeleta en un momento dado. Pero a medida que la tecnología utilizada por estos esforzados fabricantes avanzaba, y crecía la distancia entre nuestros tiempos y aquellos añorados años de comidas caseras, las diferencias se iban acortando del mismo modo vertiginoso en que el  baloncesto FIBA le gana terreno a la NBA.

Mal que me pese, algunos sucedáneos están ricos, qué narices, reconozcámoslo. El gazpacho está buenísimo (ojo, sólo atreverse con marca El Valle), las pizzas se dejan comer y la fabada de El Litoral (para que no se enfaden conmigo por lo de las lentejas), no está del todo mal. Tanto es así, que uno ya empieza a discriminar entre comida preparada de calidad y comida preparada de segunda fila. Y hace preguntas del tipo: “¿has probado ya el calzone de la marca blanca de Mercadona? Ab-so-lu-ta-men-te fabuloso”.

Pues no he probado todavía el famoso calzone de Mercadona.

Pero sí he viajado, a lomos de orégano y albahaca, a través de las suaves colinas de Nápoles.

7 comentarios:

  1. Enhorabuena por este comienzo. Te animo a que continúes trabajando en esta linea y que todos los días le dediques un ratito a tu mundo personal.

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  2. La verdad es que tienes toda la razón. Los sucedáneos están buenos, pero nada como la cocina de una madre o una abuela. ¿Las culpables las prisas? Claro, el problema es que cada día corremos más y más, y no sé hasta qué punto sería posible frenar nuestro ritmo de vida (aunque eso no nos vendría nada mal).
    Bueno, simplemente decir que me ha parecido una gran entrada, mis felicitaciones.

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  3. Has empezado con buen pie. Estoy deseando ver mas entradas en tu Blog. Te recomiendo que revises el diseño del Blog y le enriquezcas a medida que vas investigando (eso hago yo).
    Yo no me extendería mucho en cada entrada.
    Un saludo,

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  4. Es curioso cómo compaginas los colores cálidos del diseño del blog, cercanos a la familiaridad y el calor de la manta en una noche de nevada, con los contenidos de tus entradas. Excelente, así sorprende mucho más y, por tanto, más atractivo es. Es cierto lo que comenta Jorge Holguera, pero creo que no has pecado en exceso, aunque creo que un blog debe guardar el equilibrio entre el supertexto y un tweet. Fantástico. P.D. Pobres jubilados, no seas tan exigente con ellos que ya no hay obras donde pasar una jornada feliz.

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  5. Odio las colas; no podría vivir en Madrid, donde la cola es una institución. Y la de los bancos es de lo peor: con el dinero que ganan y qué pocos empleados hay en las sucursales para atender a la clientela. Si quieres una comida enlatada en condiciones prueba el cocido de Sánchez Romero Carvajal, el de los jamones de cinco jotas, y luego me lo cuentas. He oído hablar de los calzone del Mercadona. ¿Podría ser leyenda urbana?

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  6. Claro que sí! como la comida de casa...en ningún sitio!jejej. Sigue trasteando por el blog y te animo a que lo vayas mejorando cada vez más.

    Un saludo.

    www.radiomoralanova.com/dinslestadi

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  7. Enhorabuena porque has introducido mas entradas y ahora el blog se ve mas completo. Pero creo que deberías insertar mas vídeos y escribir nuevas entradas. El diseño es bueno y la cabecera del blog me parece interesante.
    Saludos y felices fiestas

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